martes, 8 de febrero de 2011

El estilo de vida hedonista

No creo que hayamos venido al planeta para sufrir ni a exaltar el dolor como una forma de expiación.

Pienso que podríamos pasarlo psicológicamente mejor si seguimos algunos preceptos para darnos gusto sin sentir culpa. Es cuestión de tener una actitud abierta a las posibilidades que la vida nos brinda, tomarlas y hacerlas nuestras, expropiarlas.

Para comenzar a modificar ciertos hábitos insanos promotores de sufrimiento y estrés, hay que desarrollar comportamientos orientados a crear y potenciar nuevos reforzadores, romper la auto perpetuación y crear un ambiente motivacional menos negativo, salir del nicho y darse gusto. Vemos cuatro opciones.

1. Sacar tiempo para el disfrute. Los momentos de descanso, la recreación y las vacaciones no son un "desperdicio de tiempo", sino una inversión para la salud mental. No posterguemos tanto la satisfacción esperando el día: la autoestima es para todos los días. No hagamos de la responsabilidad una obligación extenuante y dogmática, es mejor echarle una pizca de diversión.

2. Decidir darse gusto. La búsqueda del placer es una condición del ser humano. Forma parte de nosotros como algo natural. No es algo malo y sucio, primitivo y sórdido. Ser hedonista no es promulgar la vagancia, la irresponsabilidad o los vicios que afecten la salud. Es vivir intensamente y ejercer el derecho a sentirnos bien, vibrar con las cosas que nos gustan y exaltar un poco más la sensibilidad. A veces, irracionalmente, pensamos que no merecemos la alegría y que la actitud ascética es necesaria para crecer como ser humano, y nada hay más falso. Intentar estar bien es una responsabilidad vital ineludible.

3. Explorar, buscar, indagar. Si la fe mueve montañas, la curiosidad mueve al universo. No hay bienestar psicológico sin curiosidad, por eso, cuando le quitamos alas a la capacidad de fisgonear, de indagar y escudriñar el ambiente externo e interno, perdemos el motor. El hedonista responsable es un incansable investigador de lo increíble y lo prodigioso (que no necesariamente debe ser un récord Guinnes), tiene muy claro que lo inaudito puede estar en la gente más sencilla y en las cosas aparentemente más simples. Los aspectos placenteros de la realidad están a la espera para que los aprovechemos, no hagamos como las personas encapsuladas que se asfixian a sí mismas.

4. No racionalizar tanto las emociones agradables. No me refiero a subestimar la importancia del pensamiento, de hecho, la manera de pensar tiene influencia sobre el tono afectivo. El problema ocurre cuando sobrestimamos la razón. Si intentamos racionalizar más de la cuenta los sentimientos, obstaculizamos su fluidez, los inhibimos, les quitamos su valor funcional. En nuestra cultura, el culto al análisis es tanto que no somos capaces de oír, mirar o tocar, "sin pensar". Hay una tendencia clara a "ubicar" la emoción en categorías conceptuales, juicios de valor y opiniones. Cuando estemos bien y contentos, no nos enfrasquemos tanto en los por qué. Si no es dañino para uno ni para los demás, simplemente aceptemos el disfrute con agradecimiento.

El estilo de vida hedonista inteligente, donde el placer sano se incluye como un aspecto vital de lo cotidiano, crea inmunidad psicológica. Las defensas se incrementan, las endorfinas se activan, la piel mejora, el pelo brilla más, la gastritis molesta menos, el humor se convierte en "buen humor", el sexo se exacerba más y la mirada se hace más vasta y profunda.

Cada día por la mañana, cuando abramos los ojos y veamos la inmensidad del día que nos espera, no nos quedemos con el sombrío pronóstico de la amargura anticipada. Es mejor hacer un pacto con el lado derecho del corazón, estimular un poco la taquicardia, y decir: Hoy voy a tratar de aprovechar cada minuto agradable, lo voy a degustar con la avidez de quien devora el último sorbo de alegría, hoy me voy a recostar descaradamente en las buenas y no en las malas.
Eso es hedonismo.

sábado, 5 de febrero de 2011

Luxottica cierra el año creciendo


Luxottica confirmó su tendencia ascendente también en el último trimestre del año, donde alcanzó un crecimiento del 16,4%. La facturación de Luxottica alcanzó los 5, 8 millones de euros, un 13,8% más que el pasado año, siendo la más alta en la historia del grupo, y confirmando la tendencia al alza que mostró durante todo el 2010.

Según la nota de prensa hecha pública, el secreto de estos buenos resultados se debe a la fuerza de las marcas diseñadas y comercializadas por la empresa italiana, y por el desarollo especialmente positivo en áreas geográficas como los Estados Unidos y el Extremo Oriente. En ésta última destacaron el sector de vista y lujo que aumentó progresivamente el número de consumidores en todos los países. No en vano, dos de las marcas icono de Luxottica (Ray-Ban y Oakley), así como el segmento de lujo de su portafolio (Channel, Prada, Dolce & Gabbana, Tiffany e Burberry) han reflejado el monto de ventas más alto desde 2006.

Los datos económicos del distribuidor son también los mejores resultados de los últimos cuatro años, con cifras sobresalientes en Norte América (+19,7%) y los países emergentes (+17.5%), hecho que confirma la validez de las inversiones efectuadas durante el 2010.

También en áreas más maduras como Europa se registraron cifras positivas (+5.4%), con gran contribución de los últimos países incorporados a la Comunidad Europea. En cuanto a las ventas por países, destacan los Estados Unidos, México, Brasil, México, India, Corea del Sur, Japón y países de la llamada “Nueva Europa”.

En EEUU destacaron las ventas en sol que crecieron un 18,0% con respecto al año pasado, superando la tendencia general del resto de países, de un 12,9%.