El comienzo del curso escolar es el momento ideal para reconocer esos problemas visuales, especialmente cuando los niños ocupan su lugar en el aula y algunos se dan cuenta de que no ven bien la pizarra o pantalla. De todos modos, los padres y los profesores deben tener en cuenta otros detalles, por ejemplo, si el niño no acaba sus deberes, no se concentra al realizar tareas de cerca, se pierde o se salta palabras al leer o parece tener un potencial mayor del que indican sus notas. En algunas ocasiones, a los niños con problemas visuales se les diagnostica erróneamente de hiperactividad o déficit de atención, ya que el sobreesfuerzo derivado de una visión deficiente hace que tiendan a evitar el trabajo, dando la impresión de que no se concentran.
El Colegio ha recordado a los padres que encontrarán muchos beneficios llevando a sus hijos a la óptica.
Por otra parte, la idea que muchas personas tienen de un examen visual y ocular es que solo sirve para determinar si una persona puede ver bien a una cierta distancia, cuando, en realidad, no solo permite determinar la existencia de defectos refractivos, sino también evaluar la coordinación ocular, las habilidades de enfoque y el estado general de salud de nuestros ojos. Las revisiones también son importantes para descubrir los signos tempranos de muchas condiciones oculares y, en algunos casos, de otras enfermedades.
Se recomienda que el primer examen ocular se produzca a los seis meses de edad. A menos que se detecten otros problemas, el siguiente examen debe ser a los tres años, de nuevo antes de comenzar en el colegio y, después, anualmente. Dado que muchos problemas visuales se vuelven menos tratables a medida que pasa el tiempo, cuanto antes se descubran, mayores son las probabilidades de conseguir buenos resultados.
Los padres tienen la obligación de enseñar a sus hijos a cuidar de sus ojos y a preocuparse por su salud visual. Cuando un niño desarrolla un defecto a una edad temprana, considerará normal su visión y no se quejará, dado que no cuenta con un punto de referencia para determinar si es buena o mala. Por eso hay que animar a los niños a que comuniquen cualquier síntoma, como los dolores de cabeza o la necesidad de sentarse en primera fila.
También es muy importante aconsejarles que realicen pausas durante aquellas actividades que requieren concentración, como leer, hacer los deberes o escribir en el ordenador, ya que contribuyen a la fatiga visual.